El nombre de Lilith no estaba, en sus orígenes (hacia el tercer milenio a. C.), asociado a una entidad particular, sino que se trataba de un concepto designando una categoría de demonios que amenazaban a la humanidad por medio de la sexualidad. No será sino a partir del siglo IX d. C. (con el Alfabeto de Ben Sirá) y sobre todo hacia fines del siglo XIII d. C. (con el Tratado sobre la Emanación Izquierda) que el nombre de Lilith hará referencia a un demonio femenino con una personalidad definida y un rol preponderante dentro de la demonologia cabalística. El rabino Isaac ben Jacob ha Cohen, cabalista castellano y autor del Tratado, reconducirá a Lilith a su posición más elevada, hasta ubicarla como miembro de la pareja demoníaca original, dobles malignos de Adán y Eva, nacidos como éstos en la creación del mundo. En consecuencia, un fantasma seductor e infanticida será la representación de Lilith que quedará grabada en la mentalidad europea y que se manifestará en la literatura mundial hasta la actualidad.